El escritor, académico y docente Fausto Aguirre Tirado falleció a los 80 años, dejando un importante legado en la educación y la literatura ecuatoriana.
El jueves 30 de enero de 2025, la ciudad de Loja se despertó con la triste noticia del fallecimiento de Fausto Rolando Aguirre Tirado, un referente de la educación, la literatura y la investigación en Ecuador. A los 80 años de edad, el destacado intelectual dejó de existir la noche del 29 de enero, cerrando un capítulo fundamental en la historia académica y cultural del país.
Nacido en Cuenca el 3 de diciembre de 1944, Aguirre dedicó su vida a la docencia, la investigación y la escritura. Fue profesor en el Colegio Bernardo Valdivieso y en las principales universidades de Loja: la Universidad Nacional de Loja (UNL), la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), donde fue propulsor de la carrera de Comunicación, y en otras instituciones de educación secundaria. Su pasión por la enseñanza fue un eje central de su existencia y un legado imborrable en la formación de varias generaciones de estudiantes.
Una vida dedicada a la palabra
Desde temprana edad, la lectura marcó el rumbo de su vida. Su madre, docente influenciada por las políticas educativas del general Eloy Alfaro, le inculcó el amor por los libros. «Se la debo a mi bendita madre», recordaba Aguirre al hablar de su formación intelectual.
Su llegada a Loja en 1970 fue un punto de inflexión en su carrera. Invitado por Guillermo Falconí, rector de la Universidad Nacional de Loja, participó en un concurso académico que le permitió integrarse al cuerpo docente de la institución. Desde entonces, adoptó a Loja como su hogar y como el epicentro de su labor académica y literaria.
Aguirre dedicó buena parte de su vida a la investigación del español hablado en Loja y sus particularidades lingüísticas. Fruto de este esfuerzo fue su «Diccionario lojano», un compendio de expresiones y modismos de la región. Lamentablemente, el libro no llegó a publicarse debido a lo que él mismo llamó una «viveza criolla».
El maestro y su legado
Durante cinco décadas, Fausto Aguirre fue un ejemplo de conocimiento para sus alumnos. Su método de enseñanza, centrado en la lectura, la investigación y el pensamiento crítico, lo convirtió en un referente de la educación en Loja y en todo el país.
Su admiración por la literatura lojana era profunda. Consideraba a Pablo Palacio, Miguel Riofrío y Alejandro Carrión como pilares de la literatura ecuatoriana. «En Loja están los mejores escritores», solía decir, convencido de la riqueza intelectual de la región.
Fue miembro numerario de la Real Academia de la Lengua, un reconocimiento que obtuvo a los 39 años, un logro extraordinario que lo posicionó entre los grandes estudiosos del idioma español.
Las obras y el pensamiento de Aguirre
Entre sus obras destacadas están «Manual de fonética y fonología», «Gramática para la abogacía», «Gramática para periodistas» y «El español del Ecuador». Su producción académica incluyó ensayos y estudios sobre la literatura y la lengua, dejando un valioso acervo para futuras generaciones.
Sin embargo, su obra favorita era «El Quijote de la Mancha». Con una colección de más de 500 ediciones del clásico de Cervantes, encontraba en el personaje de Don Quijote un espejo de su propia vida: la lucha por el conocimiento, la pasión por la enseñanza y la defensa de la cultura.
Un mensaje eterno
A pesar de su partida, Fausto Aguirre deja un mensaje para sus estudiantes, colegas y todos aquellos que compartieron su pasión por la lectura y el aprendizaje. En una de sus últimas reflexiones, instó a las nuevas generaciones a no abandonar el hábito de la lectura: «A esos chicos y chicas que ahora son ingenieros, médicos, arquitectos, trabajadores, que no olviden aquella experiencia de hace algunos años. Háganlo por sus hijos, por sus nietos, por la misma familia. Hay que leer, inculcar sin presionar, hacer de la lectura algo agradable. Un abrazo discreto, pero sincero, a toda esa juventud querida que fueron mis alumnos».
Sus restos serán inhumados en Loja, la ciudad que lo adoptó y a la que entregó su vida y conocimiento. Su legado, sin embargo, seguirá vivo en las aulas, en los libros y en la memoria de quienes lo conocieron.