
Proponen activar proyecto para el aprovechamiento de agua lluvia para recargar acuíferos subterráneos y recuperar la microcuenca de San Pedro, en la ciudad de Catacocha.
El cambio climático es inminente, la ONU alerta de escasez de agua en el mundo, por ello es urgente que las autoridades del Gobierno Provincial de Loja, retomen un proyecto que reposa en los archivos de la dirección de apoyo a la producción y desarrollo empresarial, denominado la microcuenca de San Pedro.
El referido proyecto piloto fue presentado por Ing. Vicente Encalada, donde hacía referencia el aprovechamiento y capacitación en manejo de agua lluvia para recargar acuíferos subterráneos y realizar actividades agropecuarias en fincas y recuperar la microcuenca de San Pedro, en la ciudad de Catacocha.
En 1999, las autoridades del Consejo Provincial conocieron del proyecto, cuyo presupuesto para ese entonces era de 37.300 dólares americanos, proyecto que duerme el “sueño de los justos” y solucionaría parte de la problemática de agua para el sector agropecuario de Catacocha.
Vicente Encalada afirma que el problema es la falta de agua en la zona, enfrentado desde hace cientos de años por las comunidades de Paltas que vivían en este territorio.
Litigio de tierras
“Hemos localizado un litigio de tierra de 1783 entre la comuna Catacocha con el hacendado Ortencio Celi, que nos permite observar el manejo que hacían del agua lluvia y de la microcuenca del Pisaca, que era la principal fuente de aprovisionamiento de agua para esa comunidad”, asevera Vicente Encalada.
Explica que dicho litigio está acompañado de un mapa que ubica la llamada “laguna del Pisaca” o “la cocha” como generalmente la conocían, siendo una laguna artificial alimentada con aguas lluvias, ubicada en la altura de la microcuenca, la que daba origen a tres vertientes: la quebrada grande que divide la hacienda de San Pedro Mártir y Santa Gertrudis; y dos quebradas que iban hacia la cuenca del Catamayo.
Este litigio muestra algunas asociaciones de árboles, como los “guabos, tunales y mejicos” utilizados para cubrir el suelo; en tanto que, por otros documentos, es posible observar que estas obras se complementaban con “pilancones”, que eran pequeñas lagunas que se construían a lo largo de las quebradas, para guardar la máxima cantidad de agua para el verano y permitir la recarga permanente de los acuíferos subterráneos.
Tierras pasan a manos de hacendados
La pérdida del control de estas zonas por parte de los comuneros, cuyas tierras pasaron a manos de hacendados que no comprendieron la importancia de estas obras, lo que permitió el descuido y posterior abandono de la tierra.
Vicente Encalada narra que la microcuenca del Pisaca comenzó a secarse, las quebradas de Consacola, Chapango y San Pedro perdieron toda su agua, produciendo los problemas que antes hemos relatado.
Recuperación de la microcuenca
Ante esta situación el Ing. Vicente Encalada plantea como hipótesis de trabajo la recuperación del manejo adecuado de esta microcuenca, retomando las formas de manejo ancestrales, que podrían ser mejoradas con aportaciones técnicas modernas, partiendo de un proyecto piloto que pruebe su bondad en la finca que contiene a la vieja y actualmente seca cocha del Pisaca, para convertirla en el inicio de una actividad orientada a capacitar a todos los campesinos y finqueros de la microcuenca.
El propietario del lugar realizó una experiencia de prueba en el invierno anterior, almacenando 15.000 metros cúbicos. El agua almacenada duró hasta octubre, rehabilitó a dos vertientes de agua, por tanto, se recargó parte del acuífero y logró regar dos hectáreas de pastos. Ello provocó un inmenso interés del campesinado y de los finqueros locales por el tema, señala Encalada.
Manejo de agua lluvia
Vicente Encalada manifiesta que con este proyecto se lograría un eficiente manejo del agua lluvia, que sería almacenada en lagunas y pilancones, para producir una recarga artificial de los acuíferos; al mismo tiempo que se realizan procesos de recuperación de la cubierta vegetal y manejo silvopastoril, para rentabilizar la producción agropecuaria y recuperar la microcuenca.
Planteamiento de problema
Vicente Encalada señala que el cordón fronterizo de la provincia de Loja, se encuentra en los Andes bajos, con una pluviometría dominada por la corriente de El Niño, que influye en la zona en los meses de enero, febrero y marzo. Sin embargo, su influjo se debilita hacia el este, registrándose varias sequías.
Recuerda que 1950, el Sur del Ecuador, ha registrados repetitivas sequías, lo que evidencian el avance del desierto chileno peruano. Además, se evidencia un incremento de deforestación y la implementación de inadecuadas prácticas de manejo de la humedad, la migración y la erosión creciente, que configuran una espiral de deterioro creciente.
Otro de los problemas es la topografía en toda la provincia, lo que dificulta y encarece las obras de riego y la construcción de grandes embalses de agua.
Efectos alarmantes
Vicente Encalada advierte que la actividad pecuaria, desde hace varios años, está en una crisis creciente, lo que preocupa que los pastos apenas soportan cargas animales de la vaca por 8 hectáreas, tanto por la escasez de pasto natural, imposibilidad de sembrar pasto artificial y obtener bebederos para los animales.
Otras de las preocupaciones son las vertientes de agua que, en estos últimos años, se evidencia una desaparición de manera sostenida, por la disminución de las infiltraciones que se ven casi impedidas por la erosión, la desaparición de la cubierta vegetal y la sobreexplotación inadecuada de los acuíferos que han creado burbujas de aire cuya presión no facilita su recarga en condiciones de una escorrentía cada vez más rápida.
Desaparecen vertientes
El recurso agua de las vertientes del lugar, están disminuyendo agresivamente, las escasas vegas que permitían cultivos de verano, disminuyen las pocas fuentes de consumo humano y animal, provocando una migración incontenible, que puede medirse fácilmente en las tasas de crecimiento negativo que registran todos los cantones del cordón fronterizo de Loja desde 1950.
Los períodos de lluvia entre enero y marzo, son cada vez más inciertos y variables, elevando los riesgos de una agricultura de invierno, que no garantiza ningún tipo de inversión. La lluvia que entre estos tres meses se precipita, se desperdicia totalmente, creando más bien problemas de crecida, erosión, arrastre de terrenos fértiles, que ocasionan una serie de daños que desaniman la actividad agropecuaria.
Malas prácticas
El profesional Vicente Encalada manifiesta que, ante esta desesperación, los lugareños en medio de la crisis, optaron por el incremento de chivos en las praderas naturales, cuestión que agravó el problema, acabando con la biodiversidad, cuestión que ha sido comprobada con el conteo de plantas silvestres, que en los últimos años han disminuido al extremo de quedar solo aquellas tóxicas no palatables para los chivos.
Todo este proceso se puede medir con los actuales niveles de pobreza, en los que, según los últimos datos de la Secretaría Técnica del Frente Social, los cantones del cordón fronterizo de Loja se encuentran en los peores lugares en el índice de pobreza e indigencia, cuestión que no se había registrado anteriormente.