Tras la celebración del carnaval, el Miércoles de Ceniza marca el inicio de la Cuaresma, un tiempo de reflexión, ayuno y oración.
El Miércoles de Ceniza marca el inicio de la Cuaresma, un periodo de 40 días de preparación espiritual para la Pascua. Durante este tiempo, la Iglesia Católica llama a sus fieles a la oración, el ayuno y la caridad, buscando la renovación del espíritu y el arrepentimiento.
Este día se celebra el miércoles siguiente al martes de Carnaval, sirviendo como un contraste entre la festividad y el recogimiento. Mientras que el Carnaval es una celebración de alegría y expresión popular, el Miércoles de Ceniza invita a la reflexión y el inicio de un tiempo de penitencia.
Cada año, la imposición de la ceniza en la frente es un acto simbólico de humildad y conversión. Según el padre William Arteaga, todo cristiano está llamado a recibir la ceniza en su frente recordando que somos polvo y que necesitamos escuchar esta llamada de Dios al cambio de actitud. Esta ceniza proviene de los ramos bendecidos en el Domingo de Ramos del año anterior, los cuales son quemados para su uso en esta celebración.
En Ecuador, esta fecha es de gran importancia para la comunidad católica, que acude masivamente a las iglesias para participar en las ceremonias religiosas. En la Catedral de Loja, se han establecido horarios especiales de eucaristía, que iniciarán desde las 07:00 hasta las 19:00. La misa de las 08:30 estará presidida por el monseñor Walter Heras.
El Miércoles de Ceniza también representa el inicio de la preparación para la Semana Santa, una de las festividades religiosas más importantes en el país. Durante los 40 días de Cuaresma, los fieles son llamados a la conversión y a una renovación espiritual a través de la oración, la penitencia y las obras de caridad.
El Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo son días de abstinencia y ayuno, lo que implica reducir la cantidad de comida ingerida y evitar el consumo de carne. Según el Código de Derecho Canónico, todos los viernes de Cuaresma también se debe observar la abstinencia de carne, salvo que coincidan con una solemnidad. Sin embargo, el canon 1253 permite que las conferencias episcopales adapten estas normas, permitiendo sustituir la abstinencia y el ayuno por otras formas de penitencia, como obras de caridad o actos de piedad.
Además del ayuno y la abstinencia, la Cuaresma es un tiempo propicio para la reflexión personal, la reconciliación y la solidaridad con los más necesitados. «Son 40 días del llamado a la conversión, al arrepentimiento y a las obras de misericordia, incluyendo los ayunos para agradar mejor al Señor», enfatizó el padre Arteaga.