
La devoción, el arte y dedicación se entrelazan en los vestidos y arreglos que permiten a la Virgen del Cisne lucir esplendorosa durante su estancia en Loja.
Cada año, la Virgen del Cisne, cariñosamente conocida como la «Churonita«, realiza una de las peregrinaciones más importantes y esperadas de Ecuador. Esta sagrada imagen no solo es símbolo de fe y devoción para miles de personas, sino también el centro de un esfuerzo conjunto de talento humano que trabaja arduamente para que luzca majestuosa en cada etapa de su recorrido y en su altar final en la iglesia Catedral de Loja.
Uno de los nombres detrás de esta magia es el de Alba Uchuari Granda, una artesana que ha dedicado más de 30 años a la confección de vestidos para la Virgen del Cisne. Su taller, ‘Alfa, el arte de crear’, ha sido testigo de innumerables jornadas de trabajo minucioso, donde cada hilo y cada detalle se convierte en un acto de devoción. Uchuari no solo crea vestidos; teje historias de fe, esperanza y agradecimiento, desde los trajes de viajera hasta los majestuosos atuendos de reina, cada vestido que la Churonita porta tiene un significado especial.
Durante la romería de este año, uno de los vestidos más destacados fue un traje dedicado a los migrantes, encargado por un devoto lojeño desde Estados Unidos, que representaba a una familia en proceso de emigración. Este atuendo, con detalles como la imagen del Niño Jesús cargando una mochilita, simbolizaba el viaje de quienes dejan su hogar en busca de un futuro mejor. Además, la Virgen ingresó a Loja con un majestuoso vestido verde cemento con detalles en azul y plateado, donado por la Corporación de Ferias de Loja, acompañado por una capa en tono verde limón, reflejando su realeza y majestuosidad como «Reina» en su llegada a la ciudad.
El proceso de creación de estos vestidos es complejo. Inicia con la elección de los colores, que se renuevan cada año bajo la sugerencia del padre rector del santuario, para evitar repeticiones y mantener la frescura de la imagen. Uchuari y su equipo combinan técnicas artesanales como el bordado con chaquiras y perlas, y la pintura al óleo o acuarela, para dar vida a prendas que, más que simples atuendos, son obras de arte únicas.
Pero el trabajo no termina con la confección de los vestidos. Durante su estadía en la Catedral de Loja, la Virgen cambia de atuendo de una a dos veces por semana, en una ceremonia privada liderada por el padre Sócrates Chinchay, rector del Santuario del Cisne. Estos cambios reflejan la importancia de la imagen, que sigue siendo venerada con el mismo fervor con el que fue tallada por Diego de Robles en el siglo XVI.
Dentro de la Catedral, el esfuerzo no se detiene. La iglesia, que alberga eucaristías casi cada hora, es también escenario de un trabajo silencioso pero vital: la constante renovación de los arreglos florales que adornan el altar y los pilares, donados diariamente por devotos. Los priostes, voluntarios y encargados de la limpieza se esmeran para que cada detalle esté en su lugar, permitiendo que la Virgen del Cisne continúe siendo el centro de atención de miles de fieles que la visitan durante su estadía en Loja.
Detrás de cada celebración, de cada acto de fe, hay manos que trabajan incansablemente, que dedican tiempo, esfuerzo y talento para que la devoción a la Virgen del Cisne se mantenga viva y floreciente. Son estos talentos humanos, desde la costura hasta la floristería, los que permiten que la Churonita luzca siempre resplandeciente, como el símbolo de esperanza que es para tantos. (YP)