Frente a la creciente demanda energética y la crisis de estiaje que afecta al país, expertos analizan la viabilidad de la energía nuclear en Ecuador y el potencial de Loja como actor clave.
La crisis energética que atraviesa Ecuador, marcada por la dependencia de fuentes hidroeléctricas y la intermitencia de energías renovables como la solar y eólica, ha generado un debate sobre la necesidad de fuentes más confiables y estables. Sebastián Ribadeneira, experto en sistemas de energía, sostiene que el país requiere “energía firme”, aquella que no dependa de las fluctuaciones meteorológicas, para superar definitivamente los retos energéticos. Esta postura cobra relevancia en los meses de estiaje, cuando la cuenca amazónica, fuente principal de la energía hidroeléctrica, sufre una baja en el caudal de sus ríos.
“La energía solar y eólica son complementarias, pero no pueden considerarse como fuentes base, ya que su disponibilidad es limitada”, enfatizó Ribadeneira. Una opción más sólida, según el experto, sería la construcción de centrales nucleares, las cuales podrían operar de manera constante, sin depender de las condiciones climáticas. Esta tecnología permitiría al país contar con una producción estable que ayude a superar las crisis energéticas recurrentes.
La provincia de Loja ha emergido en este debate como un posible jugador clave en la diversificación de la matriz energética. Según el ingeniero Norman Jiménez, presidente del Colegio de Ingenieros Eléctricos de Loja, la provincia cuenta con recursos minerales, como el uranio, que podrían ser aprovechados para generar energía nuclear en el futuro. Jiménez señala que ya se han realizado exploraciones en el catastro minero de la provincia, lo que refuerza la posibilidad de que Loja albergue una infraestructura nuclear en el mediano plazo.
Sin embargo, Jiménez también advierte que la energía nuclear no está exenta de desafíos. “La tecnología nuclear es segura, pero es a gran escala. Estamos hablando de miles de megavatios, lo cual supera la demanda energética actual de Ecuador”, mencionó. La demanda diaria del país ronda los 4.500 megavatios, mientras que una central nuclear estándar podría generar hasta 10.000 megavatios, un exceso significativo para el consumo nacional.
Además, la implementación de este tipo de tecnología requiere una inversión considerable y un entorno regulatorio y de seguridad muy riguroso, dado los riesgos asociados a su operación. Aunque accidentes como los de Chernóbil y Fukushima son excepciones y tienen causas específicas (errores humanos y desastres naturales, respectivamente), su impacto ha generado un escepticismo global respecto a la energía nuclear.
Un aspecto clave que también debe considerarse es la preparación técnica y regulatoria del país para adoptar la energía nuclear. Según Jiménez, Ecuador necesitaría fortalecer su marco legal y la capacitación de personal especializado antes de emprender un proyecto de esta envergadura. “La energía nuclear no solo requiere infraestructura, sino también un sistema robusto de control y monitoreo para garantizar la seguridad. Esto implicaría la creación de organismos de regulación nuclear, así como una alianza estratégica con países que ya dominan esta tecnología”, explicó.
A pesar de estos retos, tanto Ribadeneira como Jiménez coinciden en que la energía nuclear es una opción que Ecuador debería considerar a largo plazo, sobre todo si se quiere asegurar una independencia energética real y duradera. Mientras tanto, la inversión en parques solares y eólicos en cantones como Zapotillo podría ser un paso inicial para aprovechar al máximo los recursos renovables de la provincia de Loja, aunque estas fuentes no resuelvan completamente la necesidad de energía firme. (YP)